La fórmula consiste en utilizar los presupuestos europeos para los próximos 7 años (2021-27) para emitir deuda perpetua que podría movilizar esa cantidad de inversiones. Los fondos tendrían que estar disponibles a partir de enero del próximo año y se mantendrían durante dos o tres años en función de la evolución de las economías.
Se trataría de hacer transferencias a los Estados a través del presupuesto de la UE en función del impacto de la crisis del coronavirus, de acuerdo con indicadores transparentes, como el porcentaje de población afectada, la caída del PIB, el crecimiento del paro.
Estas transferencias de fondos deberían estar listas para arrancar el 1 de enero de 2021, y ser ejecutada en los próximos 2-3 años para reactivar las economías de los países afectados