La aplicación de purines en los suelos agrícolas se está transformando gracias a los avances tecnológicos impulsados por los cambios normativos. Desde el 1 de enero de 2024, una nueva normativa prohíbe, salvo excepciones, aplicar purines mediante sistemas tradicionales como los de plato, abanico o cañón. Esta regulación busca asegurar una fertilización más sostenible y eficiente del suelo, lo que ha motivado al sector a innovar.
Tal y como recoge EFE, el profesor Javier Bueno, del Departamento de Ingeniería Agroforestal de la Universidad de Santiago de Compostela, asegura que esta normativa ha impulsado el desarrollo de nuevas tecnologías para mejorar la gestión del purín, un subproducto de origen ganadero utilizado como fertilizante.
Uno de los proyectos más destacados es Purín Preciso, un grupo operativo que trabaja desde 2023 en la incorporación de sensores dentro de los tanques esparcidores. Estos dispositivos, conocidos como conductímetros, miden en tiempo real la conductividad eléctrica del purín, un indicador fundamental para conocer su contenido nutricional.
Uno de los proyectos más destacados es Purín Preciso, un grupo operativo que trabaja desde 2023 en la incorporación de sensores dentro de los tanques esparcidores
Gracias a esta información y al desarrollo de un “plan de abonado” adaptado a las necesidades del terreno, los agricultores pueden aplicar solo la cantidad exacta de nutrientes que el suelo necesita. Esto no solo reduce el impacto ambiental, sino que también representa un ahorro económico y mejora la productividad del cultivo.
Además, Bueno señala que esta tecnología ofrece una gran ventaja frente a los métodos tradicionales, donde se toma una muestra puntual del purín y se analiza posteriormente en un laboratorio, sin garantizar que refleje con precisión todo el contenido del tanque.
Otro proyecto en desarrollo es el de Agrolab-Biogal, que aunque está en una fase más inicial, apuesta por una tecnología aún más precisa: la espectroscopía del infrarrojo cercano, conocida como NIRS. Esta técnica utiliza un espectrómetro instalado en el tanque de purín para medir su composición. Aunque actualmente es más costosa, los investigadores trabajan para abaratar su desarrollo y hacerla accesible para su uso en campo.
Según Bueno, las primeras pruebas de esta tecnología podrían iniciarse este mismo año, y se espera contar con un primer prototipo antes del verano.
Estos avances son un ejemplo de cómo la innovación y la sostenibilidad pueden ir de la mano en el sector agrícola.