El consumo de los denominados “sustitutos de la carne” es una cuestión de libre elección personal. Pero eso importante que el consumidor esté bien informado. Según los datos disponibles actualmente, la producción ‘in vitro’ no ofrece ninguna ventaja ambiental en comparación la carne real.
La carne cultivada en laboratorio comenzó a hacerse popular en 2013, después de la degustación de la primera ‘hamburguesa’ elaborada a partir de células madre por la Universidad de Utrecht. Desde entonces, numerosos medios han presentado la carne in vitro como la panacea para resolver los problemas del bienestar animal y la seguridad alimentaria, al mismo tiempo que preservaba el medio ambiente.
Importantes empresas de tecnología han invertido en estos procesos de carne de laboratorio. Pero la carne no surge por generación espontánea. Necesita ser producida y, por lo tanto, se necesitan hormonas, antibióticos para su desarrollo celular. Por lo tanto, natural, natural…
Es cierto, que los investigadores creen que la carne artificial puede ser rica en proteínas, pero no en hierro o vitamina B12. Y si hablamos de sabor, creemos que si las empresas dedicadas al desarrollo de la carne cultivada en un laboratorio tienen que ser competitivas en 2020, replicar la complejidad del sabor seguirá siendo un desafío.
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