Batallé es una historia familiar que empieza, como en muchas casas, hace ya cien años, con la matanza del cerdo y la elaboración de embutidos por parte de Pere Batallé, abuelo de los hoy propietarios, y su hijo. Dichas elaboraciones se vendían en una tienda de Riudarenes regentada por la tía María.
Josep i Pere Batallé, actuales propietarios tuvieron que hacerse cargo de la empresa a los 21 y 19 años, tras la muerte de su padre. Gracias a su visión y al apoyo de sus tíos empezaron aquello que se les daba tan bien: trabajar duro. Las ampliaciones de las naves se fueron sucediendo a medida que se iba perfeccionando y haciendo las cosas de un modo distinto.
Entra en juego la raza Duroc. Batallé observa que el rendimiento de aquella raza es muy notable y que la calidad de sus carnes es excelente. Apuesta por esos cerdos y apuesta por la mejora continua de su genética a nivel nacional. Rápidamente los dos hermanos saben que van en buena dirección.
Eres bueno si tienes buena gente
Pero el éxito de hoy de Batallé no es solo fruto del cerdo, también lo es fruto de su gente. Arropados por la familia los hermanos han sumado 50 años al frente de la empresa. El testimonio ya es hoy de la 4ª generación, liderando una empresa con visión internacional y con los valores que la han acompañado durante los 100 años de historia. Calidad por principio.
Batallé ha recibido una placa conmemorativa que reconoce la trayectoria centenaria de la empresa, que en 2020 cumplió cien años.