Anafric publica artículos de opinión de la European Livestock Voice. En el que reproducimos a continuación se enumeran 4 razones por las que la aplicación del impuesto a la carne sería un grave error.
Artículo original de la European Livestock Voice
A primeros de septiembre, Eric Lambin, uno de los principales asesores científicos de la Comisión Europea concedió una entrevista para la European Science-Media Hub sobre su visión acerca del consumo sostenible de alimentos en la U.E. Descubrí que el artículo abordaba algunos retos interesantes, pero el titular claramente buscaba el sensacionalismo; el profesor Lambin está a favor de un impuesto para los “consumidores EMPEDERNIDOS de carne roja”.
No es nada nuevo, esta propuesta reaparece de vez en cuando con cierta regularidad. En 2020, a una ONG danesa llamada Tapp Coalitie, se le ocurrió la misma idea que pretendía inspirar la estrategia de la UE De la Granja a la Mesa y que, muy probablemente, esta recomendación es para las próximas iniciativas de la Comisión Europea después de 2024.
Pero entretanto, ya hemos aprendido de la experiencia de De la Granja a la Mesa que el lanzamiento de grandes campañas basadas en eslóganes sin una evaluación adecuada del impacto de la campaña conduce, invariablemente, en un callejón sin salida. ¿Eric Lambin investigó en profundidad sobre este tema antes de hacer semejante afirmación? El hecho de que nunca se ha encontrado ese estudio por parte del Centro Europeo Común de Investigación sobre la estrategia De la Granja a la Mesa, nos lleva a considerar la posibilidad de una respuesta negativa a esa pregunta. Como creo firmemente que la historia no está destinada a repetirse, he identificado cuatro razones específicas para oponernos a la idea simplista de un “impuesto europeo a la carne roja (o, por cierto, a cualquier otro color)” que comparto con European Livestock Voice.
LOS IMPUESTOS SOBRE LOS PRODUCTOS DE CONSUMO COTIDIANO NUNCA HAN TENIDO UN BUEN HISTORIAL
Un impuesto sobre la carne tendría como objetivo principal disuadir a los consumidores de optar por productos cárnicos. La imposición de dichos impuestos a los alimentos cotidianos nunca ha tenido muy buenos resultados en términos de eficacia. La tributación es un instrumento relativamente poco eficaz en comparación con otras intervenciones políticas, y a menudo existe una relación impredecible entre la tributación y el cambio de comportamiento. La carne es un producto básico; su demanda no es elástica a las fluctuaciones de precios. Para el consumidor, el único sustituto real de un tipo de carne es… otro tipo de carne. Esta es la realidad del mercado, que surge de una necesidad profunda y vital de este producto. Gravar fuertemente la carne sería visto como una injusticia, ya que impediría que las clases que luchan por llegar a fin de mes tuvieran acceso a un componente nutritivo de una dieta equilibrada.
Un impuesto a la carne no ayudaría a las familias de bajos ingresos a elegir mejores alimentos. Los economistas e investigadores1 señalan que las opciones limitadas que ya enfrentan las familias con menores recursos a menudo significan que no pueden responder a un impuesto sobre productos sustituyéndolo por una opción de alimentos más saludable. Dado que el creciente coste de vida ya empuja a las familias de bajos ingresos hacia fuentes de alimentos más baratas, bajas en nutrientes y altas en calorías, un impuesto a la carne sólo exacerbará esta brecha nutricional y multiplicará las tasas de obesidad y diabetes entre estas poblaciones vulnerables2. Según algunos estudios3, los impuestos al consumo costarán mucho más a los hogares de bajos ingresos que a sus homólogos más acomodados. En un contexto de inflación continua, ¿cómo podría una medida así no verse como una doble penalización para los más afectados?
Un impuesto a la carne no ayudaría a las familias de bajos ingresos a elegir mejores alimentos. Los economistas e investigadores1 señalan que las opciones limitadas que ya enfrentan las familias con menores recursos a menudo significan que no pueden responder a un impuesto sobre productos sustituyéndolo por una opción de alimentos más saludable
Los defensores de este impuesto tienen la solución a esto: ¡la redistribución! Una parte de los ingresos recaudados se destinaría a “opciones alimentarias sostenibles”. Pero ¿qué criterios podrían utilizarse para hacer esto sin que sea completamente injusto? También se espera que la sustitución de los productos cárnicos beneficie a las imitaciones de origen vegetal, que, en muchos casos, son productos altamente procesados y ofrecen márgenes mucho más jugosos a un puñado de empresas.
EUROPA NO ES UNA MESETA UNIFORME Y HOMOGÉNEA, NECESITAMOS TANTO AGRICULTORES COMO GANADEROS
Un argumento adicional esgrimido por los defensores de los impuestos a la carne es la necesidad de reducir la producción ganadera y reorientarla hacia tipos de producción basados en plantas. Se trata de una visión simplista y polarizada4 de la agricultura y, por tanto, peligrosa5 en más de un aspecto. Hoy en día, el 29 % de las tierras agrícolas en Europa son tierras marginales en las que sería prácticamente imposible y extremadamente costoso desde el punto de vista medioambiental y climático plantar cultivos herbáceos. El continente europeo no es una meseta uniforme y homogénea, ¡sus paisajes son diversos y variados! Los ganaderos europeos son los principales actores en el mantenimiento de pastos y bocages, en la prevención del crecimiento excesivo de los campos de montaña y en la prevención de la propagación de incendios forestales en verano. La ganadería también es esencial para mantener un flujo circular de materiales en la agricultura al reciclar las grandes cantidades de biomasa no comestible generada, como subproductos, mientras se producen alimentos, fertilizantes y energía.
¡No hay que olvidar nunca que los ganaderos europeos nunca han sido pasivos! Día tras día estamos tomando medidas para transformar nuestras granjas. ¡Un impuesto a los productos cárnicos paralizaría todos estos esfuerzos! ¡Actuará como una señal de mercado que simplemente haría que cualquier inversión no sea rentable! Esto exacerbaría el ya crítico problema del éxodo rural y la renovación generacional, empezando por las más pequeñas de nuestras explotaciones familiares. ¿Cómo pueden los principales asesores científicos de la Comisión Europea olvidar hechos económicos tan básicos como éste?
Los ganaderos europeos son los principales actores en el mantenimiento de pastos y bocages, en la prevención del crecimiento excesivo de los campos de montaña y en la prevención de la propagación de incendios forestales en verano.
¿CÓMO PODEMOS DEFENDER LA EXPORTACIÓN DEL PROBLEMA A TERCEROS PAÍSES?
Esta propuesta de “impuesto a la carne” se vuelve aún más problemática cuando colocamos a la ganadería en un contexto económico global –¡que casi siempre se olvida en este tipo de discusiones! Un impuesto de este tipo conduciría sin duda a que nuestra producción se deslocalizara a terceros países. En un momento en que Europa sigue cada vez más la ruta de los acuerdos comerciales bilaterales, con los países del Mercosur, por ejemplo, ¿Cómo lograremos que los productores avícolas brasileños acepten un impuesto con carácter retroactivo? ¿Cómo evitaremos utilizar productos cárnicos más baratos del extranjero para compensar los costes de dicho impuesto? Cuando nuestras explotaciones ganaderas se pierdan, ¿Cómo garantizaremos que se respeten nuestras normas y sistemas de control?
El ex comisario de Programación Financiera y Presupuestos de la UE, Günther Oettinger, ya desaconsejó medidas nacionales para gravar la carne. Al comentar sobre una propuesta de este tipo para el Tagesschau en 2019, indicó sencillamente que, si la carne se encarece de manera significativa en la UE, seguirá siendo igual de barata en los países vecinos y, al final, tal propuesta resultaría en una “acción puramente simbólica”.
Un impuesto de este tipo conduciría sin duda a que nuestra producción se deslocalizara a terceros países. En un momento en que Europa sigue cada vez más la ruta de los acuerdos comerciales bilaterales.
UN IMPUESTO ASÍ SIMPLEMENTE IRÍA… ¡EN CONTRA DEL ESPÍRITU DE LOS TRATADOS DE LA UE!
Otro hecho básico que se pasa por alto en esta discusión es que tal impuesto no podría aplicarse a nivel europeo sin ir en contra del espíritu de los tratados de la UE. Los poderes impositivos recaen en la autoridad nacional. Además, el artículo 39 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea establece claramente que el objetivo de la Política Agrícola Común es asegurar la disponibilidad de suministros de alimentos y garantizar que los productos alimenticios lleguen a los consumidores a precios razonables.
En un momento en que el precio medio de una cesta de la compra aumenta periódicamente en todos los Estados Miembros, cuando ya sabemos que las propuestas existentes de la estrategia De la Granja a la Mesa provocarán aumentos adicionales de precios, ¿Cómo podríamos fomentar un aumento adicional de los precios con un impuesto que supere 10% en todos los productos cárnicos? ¿Cómo podemos garantizar que los impuestos nacionales no conduzcan a “dumping” entre los Estados miembros, lo que va en contra de la idea misma de un mercado común de la UE?
En un momento en que el precio medio de una cesta de la compra aumenta periódicamente en todos los Estados Miembros, cuando ya sabemos que las propuestas existentes de la estrategia De la Granja a la Mesa provocarán aumentos adicionales de precios, ¿Cómo podríamos fomentar un aumento adicional de los precios con un impuesto que supere 10% en todos los productos cárnicos?
Mirando hacia atrás, veo este debate como una continuación de lo que ha estado sucediendo en Bruselas durante los últimos años en torno a la estrategia De la Granja a la Mesa. Vemos muchos conceptos de marketing con una narrativa sólida, pero sin una investigación previa robusta. Es particularmente decepcionante cuando tal afirmación es tomada por un líder académico de la Comisión Europea conocido por su apoyo a la carne de origen vegetal y cultivada en laboratorio6. ¿Corresponde este enfoque al deseo de despolarización en materia agrícola expresado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen? No creo que ese sea el caso. Permítanme concluir con una cita que me gusta mucho: «Todas las ideologías políticas que han intentado cambiar la comunidad agrícola han fracasado porque la agricultura no puede gestionarse mediante teorías, sino que se rige por la realidad».
Artículo de opinión de Jacek Zarzecki, vicepresidente del Grupo de Trabajo sobre la carne de vacuno del Copa-Cogeca
Fuente: Artículo original de la European Livestock Voice
- Burlacu, S., Kažemekaitytė, A., Ronzani, P. et al. Blinded by worries: sin taxes and demand for temptation under financial worries. Theory Decis 92, 141–187 (2022). https://doi.org/10.1007/s11238-021-09820-5 ↩︎
- Scrinis, G. 2020. Ultra-processed foods and the corporate capture of nutrition – an essay by Gyorgy Scrinis. BMJ. 371:m4601. ↩︎
- https://itep.sfo2.digitaloceanspaces.com/whopays-ITEP-2018.pdf ↩︎
- Tubb, C., and T. Seba. 2021. Rethinking food and agriculture 2020-2030: the second domestication of plants and animals, the disruption of the cow, and the collapse of industrial livestock farming. Ind. Biotechnol. 17:57–72. doi:10.1089/ind.2021.29240.ctu. ↩︎
- Rod Polkinghorne, Mohammad Koohmaraie, Collette Kaster, Declan Troy, Andrea Rosati, Challenges and opportunities for defining the role and value of meat for our global society and economy, Animal Frontiers, Volume 13, Issue 2, April 2023, Pages 75–81, https://doi.org/10.1093/af/vfad002 ↩︎
- https://www.theguardian.com/environment/2023/aug/18/gigantic-power-of-meat-industry-blocking-green-alternatives-study-finds ↩︎