Los efectos de la inflación en las decisiones de compra de alimentos sostenibles, según el Basque Food Cluster

La subida de los precios de la alimentación está llevando a las personas a minimizar la importancia que otorgan a la sostenibilidad a la hora de elegir los productos que conforman su cesta de la compra. En el actual contexto inflacionista, la prioridad para más de la mitad de la población es comprar alimentos lo más ajustados de precio posible, y cuando se encuentran ante una oferta atractiva, adquieren el producto sin tener en cuenta si este es sostenible o no. En este sentido, dos de cada tres personas afirman que intentan comprar este tipo de alimentos, pero la inflación no se lo permite.

Esta es solo una de las conclusiones  del estudio de hábitos de compra y consumo  ‘La alimentación sostenible’, identificados a través del Observatorio Estratégico del  Basque Food Cluster.

 

 

A partir de las entrevistas realizadas a más de mil personas, el estudio analiza cuestiones como: los efectos de la inflación en las decisiones de compra de alimentos sostenibles, los diversos tipos de consumidor y sus necesidades, las diferencias por categorías de producto o las oportunidades de crecimiento en este ámbito.

Los resultados indican que el 51% de los y las shoppers tiene en cuenta que un producto sostenible está elaborado con materias primas seleccionadas y conlleva un proceso cuidadoso, por lo que consideran lógico que su precio sea mayor. Esto, en un periodo de inflación como el actual, condiciona a muchas personas en sus decisiones de compra. Tanto es así que 2 de cada 3 afirman que intentan comprar de manera sostenible, pero la inflación no se lo permite.

Para el 53%, la prioridad en estos momentos es comprar alimentación lo más ajustada de precio posible, y cuando se encuentran ante una oferta de precio atractiva, adquieren el producto sin tener en cuenta si es sostenible o no. En cuanto a los principales drivers de compra, el hecho de que el producto sea saludable se mantiene en el segundo puesto de la lista, sólo por detrás del precio, y por delante de las ofertas y promociones. Sin embargo, tanto precio como promociones han ganado peso respecto a los datos primer estudio, como consecuencia del contexto inflacionista.

Hay que tener en cuenta que la sostenibilidad no significa lo mismo para todas las personas. Así, la generación millennial otorga mayor relevancia a que el producto garantice el bienestar animal, a que cumpla con los estándares ecológicos o a su origen vegetal (plant-based), mientras que los seniors tienden a relacionarla con productos frescos, de proximidad y de temporada.

En cuanto a las oportunidades de crecimiento, el sabor se revela como un factor clave, por encima de la salud, la sostenibilidad e, incluso, el precio. Por lo tanto, la mejora de los aspectos organolépticos de los productos sostenibles se presenta como una clara oportunidad de negocio sobre la que apalancarse para crecer en el mercado.

 

Principales retos y tendencias

Además de dar a conocer las conclusiones del estudio, la sesión dio pie a presentar el informe ‘Retos y tendencias para una cadena alimentaria más sostenible’, elaborado desde el Observatorio Estratégico de BASQUE FOOD CLUSTER. Endika Lekaroz, director de desarrollo de negocio de C4E, fue el encargado de presentar multitud de ejemplos de buenas prácticas en tendencias como:

  • La medición del impacto ambiental y su comunicación mediante etiquetados simples y reconocibles, tratando de conectar con las personas consumidoras y guiados por una premisa clara: “lo que no se mide no se puede cambiar”.
  • La aparición de nuevas y más rentables alternativas al plástico, así como de envases con tecnología trazables y reutilizables. Entre las más disruptivas, las soluciones, todavía experimentales, a partir de almidón, algas u hongos.
  • Los avances en el ecodiseño de envases como una forma de diferenciación y posicionamiento en el mercado, puesto que la industria busca productos menos pesados, elaborados con menos material y más reciclados.
  • La prolongación de la vida útil de los alimentos con la tecnología como gran aliada, con soluciones como los envasados inteligentes (códigos QR, NFC y etiquetas inteligentes) que mejoran la experiencia de compra, la trazabilidad y la información.
  • La reducción de las mermas, con múltiples iniciativas que van desde la disminución del desperdicio a la tecnología puesta al servicio de la trazabilidad, con la eficiencia de procesos y la digitalización como metas.
  • La anticipación a una posible escasez de materias primas, explorando el uso de ingredientes alternativos y nuevas materias primas que puedan reemplazar a los tradicionales, siempre con la mirada puesta en no dañar la experiencia del consumidor final.
  • Los procesos de descarbonización y el consumo responsable del agua, destacando tres componentes claves: indicadores, innovación y alianzas.
  • La valorización de subproductos de la industria alimentaria, identificando un sinfín de oportunidades para dar salida a los residuos orgánicos, que adquieren un valor rentable una vez hecha su función primaria.

 

Colaboradores